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POR: KLEBER EXKART

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Productores deben asumir responsabilidad histórica por fijación de precio del banano

El mundo es dialéctico y dinámico y más en los procesos de producción en los que la economía a escala debe prevalecer como herramienta de competitividad. A mayor productividad en un área de producción resultará en menor costo por unidad de venta al consumidor.

 

El banano es un producto que, en el Ecuador y la región de los países latinoamericanos y centroamericanos, constituye un importante soporte económico y social para miles de familias que viven de la producción de la herbácea.

 

Sin embargo, cada año enfrenta nuevos retos y desafíos que tiene que sortear para mantener su competitividad local y externamente. Los productores ensayan nuevos modelos de producción con tecnologías de punta, incluyendo la adopción de inteligencia artificial y modelos computarizados 4.0. Todo ello significa inversiones para los productores que ven angostada la rentabilidad con el aparecimiento de nuevas exigencias de los mercados.

 

En este contexto el precio justo de la caja de banano para el productor bananero es de importancia capital ya que esto le permitiría programar su inversión en tecnología y pagar el coste de la caja mas su bien ganada utilidad. Lamentablemente no siempre el precio refleja el duro trabajo y apenas si costea la producción con márgenes mínimos de rentabilidad por lo que hay productores que espacian el tiempo de hacer mejoras tecnológicas que podrían redundarle en mejores cosechas.

 

Ecuador, el mayor exportador de banano del mundo, desde hace muchos años deja a un grupo productores y exportadores en representaciones por igual esta difícil tarea de fijar el precio de la caja de banano. En teoría, el llamado Consejo Consultivo del Banano, debe fijar este precio en base a un criterio técnico de los costos de producción actualizados y la inclusión de la rentabilidad variable que el mercado permita al momento de la fijación.

 

Sin embargo, a pesar de que muchos de los representantes llevan varios años realizando esta tarea siempre resulta controversial la decisión y no se conoce de un año, en que el Consejo Consultivo, haya por consenso llegado a un acuerdo final entre productores, exportadores y sector oficial.

 

El pasado viernes 22 pensábamos que ese maleficio había terminado y finalmente productores y exportadores habían fumado la pipa de la paz y salía “humo blanco” como cuando se elige “Papa”. Al fin teníamos un precio consensuado para el año 2022.

 

Pero como bien dicen. “La alegría del pobre dura poco”. No mas fue salir del aparente ambiente de confort y camaradería que se respiraba entre productores, exportadores y oficialismo para que el encanto desaparezca y los productores desconocieran el acuerdo de precios pactado momentos antes bajo el argumento que lo que firmó uno de los presentes, no fue un acuerdo de precio sino una hoja en blanco que luego fue adjuntada al texto final redactada por la Subsecretaría de Musáceas.

 

Queremos pensar que las cosas no se han dado así. El país no puede ser dejado bajo el vaivén de los humores psíquicos de un grupo de respetables representantes del sector bananero, que deben asumir con entereza y responsabilidad su gestión como facilitadores de la competitividad bananera nacional que tanto urgimos para seguir manteniendo el posicionamiento de ser líderes en las exportaciones de banano en el mundo.