EL AGUA VIDA Y MUERTE
Cuando vivimos momentos de angustia por las inundaciones sabemos que el agua es vida y muerte a la vez. Los daños de eventos o fenómenos como El Niño o la niña y el más reciente, YAKU no son previsibles porque por más que tengamos la última tecnología satelital y digital son fenómenos que obedecen a múltiples variables difíciles de monitorear por lo que nunca tenemos certezas en las lecturas de su comportamiento como fenómenos.
Sin embargo, lo que si podemos hacer es salir al paso a estos fenómenos trabajando en la concientización de la minimización de los riesgos y la realización de infraestructura de choque o contención, algo totalmente posible en los actuales momentos.
En países como los nuestros donde tenemos períodos de lluvias sostenidos la prevención es la mejor estrategia. Sin embargo, esto es lo que olvidan los gobiernos y los empresarios y miran a estas obras de infraestructura de contención como algo innecesario por lo que ni siquiera las ponen en los presupuestos.
Solo cuando el fenómeno golpea se acuerdan de que hay que acometer tal cuál obra en particular, luego que pasa la emergencia y las aguas se vuelven a pacificar nuevamente guardan en la gaveta del escritorio el proyecto de marras, que podría haber solucionado el riesgo de la perdida de importantes cultivos de volverse a dar una catástrofe similar, que casi siempre son recurrentes en el medio arruinando a los agricultores, empresarios o simplemente arruinando la cosecha familiar.
Recientemente Jyotsna Puri, Vicepresidenta Adjunta, del departamento de Estrategia y Conocimientos del FIDA, ha expresado lo siguiente: “La seguridad alimentaria no se logrará sin la seguridad hídrica. El agua es indispensable para producir alimentos, pero los pequeños productores cada vez afrontan más dificultades a la hora de acceder a los recursos hídricos necesarios para atender sus cultivos y alimentar a su ganado. Esta situación genera sufrimiento, migraciones y conflictos”. Hay que recordar que una inundación no es una forma de acceder a estos recursos, es ponerle más drama a la escasez existente.
Desconocemos cuál será la estrategia que adopte el estado ecuatoriano para ayudar a los productores que han perdido sus cultivos en la presente estación lluviosa y, también para aquellos que han perdido sus viviendas.
El estado debe repensar la infraestructura con que en los
próximos años tendrá que enfrentar los cada vez fenómenos climáticos de
intensas lluvias o vientos huracanados que traerá consigo el cambio climático,
algo que los meteorólogos vienen alertando cada vez y que serán más difíciles
de manejar. El cambio climático lo tenemos de la ceja al ojo y en algunos
sectores del país ya se lo esta viviendo con mucha intensidad y drama.