
Mas de 50 años para que ecuador pida perdón a los afro descendientes por la esclavitud moderna que FURUKAWA los sometió
Este sábado 31 de
mayo se cumplió el protocolo del fallo que el tribunal de la Corte de Justicia
emitió, el pasado 5 de diciembre del 2024 que confirmaba que durante más de
seis décadas la empresa japonesa Furukawa, infligió violaciones a los derechos
humanos de sus trabajadores, que constituyen prácticas análogas a la esclavitud
en contubernio con el estado ecuatoriano al no haber podido garantizar los
derechos elementales de más de 360 trabajadores agrícolas en su mayoría afro descendientes.
Las víctimas que
gracias al acompañamiento legal de la Defensoría del Pueblo y de ONG,S y
organizaciones de defensa de los Derechos Humanos, acompañaron en este largo
litigio han visto culminado en este acto de “PEDIR PERDÓN”, un acto inédito que
si bien no repara integralmente el daño moral y económico causado a las
víctimas porque devuelve a la vida a muchos de estos trabajadores que
sucumbieron a las condiciones inhumanas en que desarrollaban sus actividades,
como lo señaló una de las trabajadores que intervinieron en el acto, por lo
menos se hace justicia a estos valientes hombres y mujeres, que finalmente
decidieron no callar con el fin de que en el Ecuador, no se vuelva a repetir la
historia negra de la esclavitud moderna.
Si embargo como ha
señalado, la Ab. Alejandra Zambra, de la Convención Europea de Derechos Humanos
(CEDH), “Lo que va empezar es un seguimiento del cumplimiento de la sentencia”.
Esta tiene que ver con el pago por parte de Furukawa, de 42 millones de
dólares. Un primer pago de $ 6,8 millones, debió haberse realizado el pasado 5
de marzo. Pero un día antes de cumplirse este plazo, la empresa abacalera
presentó un escrito en que apuntaba no tener “liquidez para pagar”. Furukawa,
según la sentencia tendrá que asumir en tierras o en repación el monto total de
la sentencia. El gerente de la abacalera, Furukawa Plantaciones C.A del
Ecuador, Guido Páez, explica al medio de comunicación “América Futura”, que la
deuda es de “imposible cumplimiento” y que la empresa no cuenta “ni de cerca”
con el flujo de caja para asumirlo.
Furukawa que en la
actualidad tiene 95 empleados todos contratados y con todas las de Ley, afirma
su gerente apenas tiene un patrimonio de 13 millones de dólares por lo que ni
logrando un crédito alcanzará la solvencia del requerimiento judicial, sin
embargo enfatiza que a empresa está comprometida con el cumplimiento de la
sentencia.
Páez asumió la
dirección de la empresa en 2019, tras las primeras investigaciones de la
Defensoría del Pueblo y acompañado todo el proceso hasta la sentencia. Asegura
que con la sentencia la empresa perdió el contrato con el mercado de Japón y
sus ingresos se han visto mermados considerablemente lo que se evidencia en la
menor plantilla de trabajadores que tienen. Además sostiene, Páez, que desde
diciembre del 2024 no han realizado exportaciones por lo que las ventas al
mercado local no son tan lucrativas. “La única manera de que podamos pagar [la
indemnización] es garantizando la supervivencia de la empresa”. Y con ello,
insiste, no tener que despedir al centenar de trabajadores. Preguntado por las
prácticas de esclavitud respaldadas en el fallo, Páez dice que prefiere no
pensar en el pasado: “No podemos mirar más por el retrovisor. Hay que mirar al
frente”.
La ministra Ivonne Nuñez, de la cartera de trabajo aseguró en el acto de constricción del estado que una sentencia “de esta naturaleza” no puede ser incumplida. Dijo posteriormente en una entrevista. “La Corte Constitucional tendrá que determinar qué hacer en su fase de seguimiento. Ninguna sentencia quedará en el aire”. Sin embargo luego de terminado el acto público en el que una gran mayoría de los afectados mostraban su inconformidad mediante pancartas que rechazaban la esclavitud y la indefensión, el sabor agridulce entre los afro descendientes, algunos de ellos víctimas directas y otros allegados familiares corría en sus bocas como una amargura de siglos que la humanidad pervive de vez en cuando entre los más olvidados.

