Si bien el costo y el proceso de certificación siguen siendo un desafío para muchos productores más pequeños, los países europeos y otros han pedido mayores regulaciones para el sector y creen que las empresas deberían aspirar a estándares más altos, ya sean obligatorios o voluntarios. "Vamos en dirección a la obligatoriedad", añade Prada.

El foro reúne a minoristas, importadores, productores, exportadores, asociaciones de consumidores, gobiernos, instituciones de investigación, sindicatos y organizaciones de la sociedad civil. Los eventos paralelos antes y después de las reuniones principales se centrarán en la equidad de género, los salarios e ingresos dignos y el destructivo hongo FOC R4T, que representa una amenaza creciente para la industria.

El volumen de exportación de la fruta, que es nutritiva, fácil de transportar y fácil de pelar, ha experimentado un crecimiento masivo en las últimas tres décadas. Pero los altos niveles de inversión han llevado a un superávit en la producción global. Esto, sumado a la concentración en el sector minorista, cada vez más dominado por las grandes cadenas de supermercados que ejercen una fuerte presión para reducir los precios, ha "contribuido a un desequilibrio de poder entre los grandes compradores de plátanos, por un lado, y los productores, por el otro", afirma Pascal Liu, economista principal de la FAO y líder del equipo sobre cadenas de suministro responsables en la División de Mercados y Comercio.

El sector se vio gravemente afectado por la pandemia de COVID-19, junto con patrones climáticos influenciados por el cambio climático, que provocaron fuertes lluvias y huracanes que afectaron especialmente a los productores latinoamericanos y asiáticos, que representan más del 95 por ciento del comercio mundial de banano. Desde un máximo de 2019, las exportaciones experimentaron una fuerte caída en los tres años siguientes y no se produjo una estabilización hasta el año pasado.